sábado, 23 de junio de 2012

Chiste cruel: Telegrama Margariteno

Con la persistencia que sólo los orientales tienen, un margariteño se enfrentaba aquella tarde a una entrevista más, para intentar conseguir un empleo.
Llegando a la oficina que le indicaron, y ya frente al entrevistador, esto fue lo que sucedió:

- ¿Cuál fue su último salario?
- Salario mínimo - responde el margariteño.
- Pues me alegra informarle que si usted es contratado por nosotros, su salario será de  Bs.F. 25.000 por mes.
- ¿De verdá...?
- ¡Por supuesto! Y dígame ¿qué carro tiene usted?
- La verdá es que yo tengo un carrito pá vendé raspao' en la calle, y una carretilla pa´ transportar escombros...
- Entonces, sepa que si usted viene a trabajar con nosotros, inmediatamente, le daremos un BMW convertible, último modelo, y un Audi A6 para uso de su esposa, ambos cero kilómetros.
- ¿De verdá...?
- ¡Sí señor! ¿Usted viaja con frecuencia al exterior?
- Bueno compa'i,... lo más lejos que yo viajé, fue a Ciudad Bolívar, a visitá unos parientes.
- Pues si usted trabaja aquí, viajará por lo menos 10 veces por año, con agendas entre París, Londres, Roma, Mónaco, New York, Moscú... entre otros países.
- ¿De verdá...?
- Así como le digo, señor... y le digo más: ¡el empleo es casi suyo!. ¡No puedo confirmarle 100% ahora, porque antes tengo que cumplir un requisito de informarle a mi Gerente........pero está casi garantizado!

¡Si hasta mañana viernes, a las 12:00 de la noche, usted no ha recibido un telegrama de nuestra empresa cancelando todo el proceso, significa que puede venir a trabajar el lunes a las 8:00 de la mañana...!
¡El margariteño salió radiante de la oficina! Ahora era sólo esperar hasta la medianoche del viernes, y rezar para que no apareciera ningún bendito telegrama.
Al día siguiente todo era optimismo... no podía haber existido un viernes más feliz que aquel. El margariteño reunió a toda la familia y les contó las buenas nuevas.
¡¡
Después convocó al barrio entero, y les informó que estaba haciendo una parrilla gigante, con música en vivo y caña para todos, pues estaban  todos invitados!!
 
Cuando eran las 5:00 de la tarde, ya se habían bebido varias cajas de cerveza y ron y muchos kilos de carne asada a la parrilla.
Conforme avanzaba el día, más personas llegaban y la alegría desbordaba.
¡A las 9:00 de la noche el barrio estaba extasiado y la fiesta hervía! 
El conjunto de salsa tocaba sin parar en tarimas improvisadas, el pueblo bailaba y comía, mientras la caña rodaba sin cesar. A las 10:00 de la noche la mujer del margariteño empezó a preocuparse, pues le parecía que aquello ya era demasiada exageración... pero todo continuaba.
La vecina buenota, la apetecida de la cuadra, ya comenzaba a bailar descaradamente y a apretarse contra el margariteño, haciéndole descarados coqueteos.
La salsa sonaba con su raspa canilla pa'lante , el volumen aumentaba, la cerveza corría por litros, la cañandonga ni se diga, el pueblo bailaba desaforado, la carne humeaba en la parrilla y era consumida en cantidades....
¡A las 11:00 de la noche el margariteño ya era el rey del barrio! A estas alturas ya sumaban cifras gigantes... pero todo sería por cuenta del primer sueldo. ¡Las cuentas de gastos, para divertirse y para llenar la barriga del pueblo, a expensas de primer salario!
La mujer del margariteño seguía medio estresada, medio preocupada, medio celosa, medio resignada, medio alegre, medio agüevoneada y enculillada.
Once horas y cincuenta cinco minutos... y doblando la esquina, al final de la calle, aparece un motociclista esmollejao, entrando en la calle de la fiesta a toda velocidad y tocando insistentemente la corneta de la moto.
¡¡¡Era el cartero...!!!
La fiesta paró en 1 segundo... 
El conjunto se silenció al unísono...
El primo del margariteño se atragantó con un trozo de casabe...
Un borrachito eructó...
Un perro comenzó a aullar...
¡¡¡Dios mío... !!!.... ¿Y ahora quién va a pagar el cuentón de esta fiesta?
 
'¡¡Pobrecito el hijo er diablo...!!', era la frase que la multitud murmuraba, y se repetían unos y otros.
Tiraron unos baldes de agua encima de la parrilla de la carne, y hasta los carbones humeantes parecían llorar.
Desconectaron las neveras que contenían los barriles de cerveza. Los músicos se bajaron de la tarima.
La mujer del margariteño se desmayó cuando la moto del correo paró frente a su casa, y preguntó:

- ¿Señor Antonio Marcano Millán?

- Zi, zí... zi ze... zi zeñor... zoy... zoy yo...
La multitud no resistió más...... Un 'Oooohhhh'........ apesadumbrado se escuchó en todos los alrededores........ Algunos comenzaron a recoger las cosas para retirarse a sus casas. Las mujeres lloraban abrazadas.
Los hombres se daban palmada de consuelo en los hombros...
 
El mejor amigo del margariteño estrellaba repetidamente su cabeza contra la pared.
La vecina buenota se componía la falda, se arreglaba el cabello y las tetas.
 
- ¡.....Telegrama para usted...!

El margariteño no lo podía creer. Agarró el telegrama con sus manos temblorosas y con los ojos llenos de lágrimas, irguió la cabeza y miró con valentía y tristeza a toda la multitud que aguardaba expectante.
Un silencio total se apoderó del barrio...
Respiró profundo y comenzó a abrir el telegrama. Sus manos temblaban y una lágrima se deslizó, cayendo sobre el pavimento.
Miró de nuevo a todos los que hacía unos minutos lo idolatraban; todo era consternación general.
Logró sacar el telegrama del sobre, lo abrió y comenzó a leer.
El pueblo aguardaba en silencio y se preguntaba: '¿Y ahora quien va a pagar toda esta cuenta?'
El margariteño comenzó a leer el telegrama. A medida que lo hacía, su rostro cambiaba de expresión y fue quedando muy,.... muy serio.
Terminó su lectura y se quedó abstraído, mirando hacia la nada.
Levantó de nuevo el papel y volvió a leerlo. Al final dejó caer los brazos, levantó lentamente la cabeza, sacó pecho y miró al pueblo que lo esperaba.
¡Entonces... una sonrisa comenzó a dibujarse lentamente en el rostro del pampatareño!
En ese momento comenzó a saltar, a aullar de felicidad, brincando como un carajito, abrazándose con los que estaban a su lado en la mayor demostración de felicidad vista alguna vez, mientras gritaba eufórico:

 

- ¡¡¡ Coooño, no joda...
                 ...Se murió Mamaaaá !!! ...
...Se murió Mamá !!! ...
¡¡¡NO JODAAAAAA,!!
     ¡¡¡¡¡¡¡¡QUE SIGA LA PARRANDA!!!!!!
 

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