Era un catalán tan tacaño, tan tacaño, tan tacaño… que estaba soñando
que se tomaba un café y se despertó para no pagarlo.
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Y era otro catalán tan tacaño tan tacaño, tan tacaño… que veía la misa
por la televisión, y cuando pasaban la canastilla hacía zaping.
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- ¿Desde cuando tiene usted la obsesión de que es un perro?
- Desde cachorro, doctor.
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- Doctor, tengo complejo de fea.
- De complejo nada
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- Doctor, me tiemblan mucho las manos.
- ¿No será que bebe demasiado alcohol?
- ¡¡Que va, si lo derramo casi todo!!
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- Doctor, ¿Cómo ha salido la operación?
- Hijo mío, yo no soy el doctor. Soy San Pedro.
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- Doctor, ¿qué puedo hacer para que durante las vacaciones mi mujer
no quede embarazada?
- Llévesela con usted.
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- Fui al médico y me ha quitado el whisky, el tabaco y las drogas.
- Pero… ¿vienes del médico o de la aduana?
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- No sé que me pasa, doctor, me toco la cabeza y me duele, me toco
la nariz y me duele, me toco el pie y me duele. ¿Qué tengo?
- El dedo fracturado...
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- Doctor, quiero que recomiende algo para que mi marido vuelva a
estar como un toro.
- Bien, desnúdese. Empezaremos por los cuernos.
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