La Cefalexina decidió organizar una gran fiesta sorpresa en casa de la Amoxicilina para celebrar el cumpleaños 88 de la Penicilina.
La fiesta estuvo buenísima. Todos los remedios, sin distinción de laboratorios, fueron invitados.
Había una gran cantidad de píldoras, comprimidos, cápsulas y grageas y todos se divirtieron como locos.
Con gran puntualidad la mayoría de los invitados llegaron a horario, salvo el Daflón, que se encontró con problemas de circulación.
La Buscapina, en el centro de la escena discutía sus bondades con un par de hepato protectores.
Los laxantes se cagaron de la risa durante toda la noche. En la otra punta, más secos, la Loperamida charlaba amenamente con un par de pastillas de carbón.
El Omeprazol y la Ranitidina se turnaban para mantener controlado el fuego del asado, mientras que el Lasix fue el responsable de mantener la fiesta bien regada durante toda la noche.
La Atorvastatina la pasó fenómeno, pero se cuidó un poco con la comida porque tenía alto el colesterol. La Colchicina y el Alopurinol, en cambio, se hacen los vegetarianos, pero le dieron al asado como locos.
El Sertal también comió y tomó todo lo que encontró a su alcance.
El corazón del Metoprolol latía como loco. Hacía mucho que no iba a una fiesta.
El Enalapril y el Valsartán charlaron amenamente sin presiones toda la velada, mientras que el Paracetamol y el Ibuprofeno se la pasaron tratando de mantener controlada la elevada temperatura del lugar.
A la Aspirina le dolía la cabeza de tanto barullo que metían los expectorantes y al Metamizol, también.
Los primos Clonazepam y Diazepam se quedaron dormidos. No estaban acostumbrados a tanta joda. El Viagra, en cambio, estuvo toda la noche paradito en un rincón, durito.
Y el baile duró hasta altas horas de la madrugada. La nota graciosa de la noche la dio un supositorio, todos coincidieron en que andaba hasta el culo.
Al otro día, cuando ya todos se habían ido, golpearon la puerta y apareció una pastilla.
- Vengo a la fiesta – dijo.
- Pero la fiesta fue ayer - le respondió el Metamucil, que estaba como podía, tratando de limpiar la cruda. - ¿Y tú quién eres?
- Soy la píldora del día siguiente.
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